En casa de un cerrajero entró la Serpiente un día, y la insensata mordía en una Lima de acero.
Díjole la Lima: - El mal, necia, será para ti: ¿Cómo has de hacer mella en mí, que hago polvos el metal?
Moraleja:
Quien pretende sin razón
al más fuerte derribar, no consigue sino dar coces contra el aguijón. FIN
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